Este vídeo corresponde al directo emitido en Jardín Remoto, el Metaverso de la Fotografía el 26 de abril de 2021. El periodista, fotógrafo y profesor de fotografía Gustavo Bravo entrevista al fotógrafo y editor Israel Ariño para conocer a fondo sus proyectos fotográficos, las residencias artísticas que organiza con grandes fotógrafos en Lababuch, su trabajo en la editorial Ediciones Anómalas y para ahondar en su pensamiento fotográfico.

Durante dos horas, Gustavo Bravo e Israel Ariño hablan sobre la juventud de Ariño, que transcurrió frecuentando bibliotecas y fotolibrerías, como Kowasa de la que llegó a ser un fiel cliente durante sus 11 años de existencia, hasta su cierre en 2015; su pasión por el grabado y escultura, especialidad que cursó en la carrera de Bellas Artes, a la que se pasó tras aguantar sólo tres semanas en Económicas; sus estudios en Fotografía en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya (IEFC)…

Ariño le cuenta a Bravo que en el IEFC pudo aprender de la mano de los geniales Manel Esclusa, Bernard Plossu, M. Szulc Kryzanowski, Pablo Ortiz Monasterio o Llorenç Raich, siendo este último quien más le marcó a lo largo de su trayectoria. Y recuerda sus referentes fotográficos en aquella época: Eugène Atget, Harry Callahan y Elliot Erwitt.

Israel Ariño le explica a Gustavo Bravo cómo entró a formar parte de la editorial Ediciones Anómalas en 2013, un año antes de que la creara Montse Puig. En 2012, Montse Puig le propuso a Israel publicarle su primer libro y al año siguiente él entró formar parte de Anómalas. «Montse es el pulmón de Anómalas. Trabaja 100% en el proyecto. Yo colaboro en algunas partes del conjunto. Me gusta aportar autores, trabajar la secuenciación y narrativa de cada libro, ir a las ferias, etc. Hemos llegado a un equilibro fantástico, creo que los dos nos sentimos importantes y aportamos cada uno desde lo que mejor conoce».

Israel Ariño le cuenta a Gustavo Bravo su fuerte unión con Francia. Empezó yendo a los Encuentros de Arlés, pero sobre todo va desde 2001, cuando tenía 27 años. «Fui invitado a participar en una residencia de creación con siete fotógrafos más. Yo no hablaba mucho francés, aunque el catalán es bastante cercano. Me costaba seguir una conversación. A partir de esa residencia, surgieron más cosas y claro, ya me planteé resolver el tema de la lengua. También en esa época yo era un asiduo de Arlés, un festival que me recargaba las pilas por toda la intensidad y pasión que allí se vivía».

Bravo y Ariño hablan sobre las residencias artísticas que organiza junto a Clara Gassull desde 2018 en el centro de Francia, donde invitan a grandes profesionales de la talla de Juanan Requena, Vanessa Winship o George Georgiou durante una semana completa para aprender y ofrecer a los alumnos la experiencia de convivir con los creadores.

«Cada residencia es distinta. Normalmente duran entre 6 y 12 semanas. Una residencia es una invitación a crear en el lugar, no hay limitación en la temática, tan sólo el territorio. Normalmente, las residencias te ofrecen un sueldo y un presupuesto para producir. En contrapartida, el fotógrafo invitado tiene el deber de compartir su trabajo con el público local, a veces a través de talleres, charlas, encuentros, etc. Para mí es una forma fantástica de trabajar, con pocas interrupciones y condiciones normalmente interesantes». En las residencias «no hay limitación en la temática, tan sólo el territorio. Normalmente, las residencias te ofrecen un sueldo y un presupuesto para producir. En contrapartida, el fotógrafo invitado tiene el deber de compartir su trabajo con el público local».

Además, Bravo y Ariño conversan sobre el problema de la verdad en el trabajo fotográfico, sobre la naturaleza ficcional de toda literatura, sobre la obra de Christophe Bourguedieu, sobre la combinación de fotografía documental y escénica para crear imágenes del paisaje psicológico y físico de la vida familiar suburbana, sobre el papel de la fotografía en la creación de mitologías familiares de Larry Sultan….